30 de mayo de 2014

Cuando veas las barbas (¿o bardas?) de tu vecino arder, pon las tuyas en remojo



Barbas en remojo

Hay quienes dicen que el refrán o frase proverbial “Cuando veas las barbas de tu vecino arder, pon las tuyas en remojo” no es correcta, pues debe decirse “Cuando veas las bardas de tu vecino arder, pon las tuyas en remojo”. Argumentan que es ilógico y absurdo hablar en este caso de barbas, en vez de bardas, pues estas son una especie de cercas o de setos muy comunes en fincas rústicas en España, y que es más factible que se incendien y ardan, caso en el cual el vecino debe tomar precauciones para que el fuego no llegue a las suyas. 

Están equivocados. La frase proverbial “Cuando veas las barbas de tu vecino arder, pon las tuyas en remojo” no aparece en el DRAE, ni en ningún otro de los muchos diccionarios que yo haya consultado. Sin embargo, en el monumental Diccionario de uso del español, de doña María Moliner, hallamos una frase equivalente: “Cuando la (s) barba (s) de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar”, y dice al respecto: “Refrán que se emplea como aviso o que aconseja escarmentar con lo que se ve que les pasa a otros”.

Esta misma frase, con el verbo pelar en vez de arder, la encontramos también en muchos otros diccionarios o enciclopedias, exactamente o con ligeras variantes que no modifican su significado. Así vemos, por ejemplo, en la famosísima Enciclopedia Universal Ilustrada Europea-Americana, más conocida como Enciclopedia Espasa: “Cuando la barba de tu vecino vieres pelar, echa la tuya a remojar o en remojo”, frase que leemos también en el Diccionario Enciclopédico Espasa y en el Diccionario enciclopédico Salvat. En la Enclopedia Espasa se da también la frase apocopada: “Echar la barba a remojar: Escarmentar en cabeza ajena”, derivación, sin duda, de la primera.

Lo más interesante, quizás, es que la frase en cuestión es mucho más vieja de lo que pudiera creerse. Figura ya en el primer diccionario de la lengua castellana, el venerable Tesoro de la lengua castellana o española, de don Sebastián de Cobarruvias (1611), donde leemos: “Quando vieres la barba de tu vezino pelar, echa la tuya en remojo; si vemos seguirse algún daño a los que son de nuestra condición y trato, devemos temer que otro día avrá de acontecer por nosotros, y prevenirnos para que el golpe no sea tan recio”.

Más tarde aparece también en el Diccionario de Autoridades, nombre con  que se conoce la primera edición del DRAE, publicado en tres tomos entre 1726 y 1737: “Quando la  barba de tu vecino vieres pelar, echa la tuya a remojar. Y este diccionario da a entender, además, que el refrán es más viejo que nuestro idioma, pues cita la versión latina: “Barbam propinqui radere, heus, cum videris, / Praebe lavandos barbulae prudens pilos”: “Hola, cuando veas pelar la barba de tu vecino, es prudente que tú presentes la tuya para que sea remojada”. (Agradezco la traducción libre a mi amigo, consumado latinista, Blas Bruni Celli).


El refrán apareció en el DRAE por lo menos hasta la décimoséptima edición, de 1947: “Cuando la barba de tu vecino vieres pelar, echa la tuya a remojar, o en remojo”. De ahí en adelante ya no figura, pese a que sí se conservan muchos otros refranes referentes a la barba. La razón por la que se le sacase del diccionario no la conozco.

En muchos de los refraneros y diccionarios de refranes publicados en España no figura esta frase. Pero en el estupendo Diccionario de refranes de Juana G. Campos y Ana Barella (Espasa Calpe. Madrid; 1993. p. 41) hallamos: “Cuando la barba de tu vecino vieres pelar, echa la tuya a remojar (Ac.). Cuando la barba de tu vecino vieres pelar, echa la tuya en remojo (Ac.). Cuando la barba de tu vecino vieres pelar, pon la tuya en remojo (Corbacho, 59). Cuando la barba de tu vecino veas pelar, echa la tuya en remojo (Criticón, III, 207). Cuando la barba de tu vecino vieres arder” (Galdós: De Oñate, 125). (Š). 

Como se ve, son varias y muy importantes las fuentes que señala este diccionario para el refrán que nos ocupa. Según esto, al parecer fue en una obra de Benito Pérez Galdós donde por primera vez apareció escrito el refrán con el verbo arder, en vez de pelar, aunque no se señala la razón de ese cambio. Pero el uso en el refrán del verbo pelar se explica porque éste, entre otras cosas, significa “Cortar, arrancar, quitar o raer el pelo” (DRAE). O, como dice Cobarruvias en su “Tesoro”: “Pelar: Arrancar el pelo. Pelar, comerle a uno su hazienda, como hazen las rameras que pelan a los mancebos. Pelado, el que no tiene pelo. Pelarse, el que pierde el pelo por enfermedad, que llaman la pelona”.

Por otra parte, es costumbre muy antigua que, para pelar los animales de cerda destinados a la cocina y la mesa, lo mismo que para desplumar las aves, se les baña profusamente con agua muy caliente, a fin de hacer la operación más fácil. Del mismo modo, los barberos acostumbran desde antiguo mojar la barba del cliente con agua caliente para facilitar el afeitado. Desde luego, no se trata de agua demasiado caliente, pero de ahí, posiblemente, viene la idea, mediante una metáfora, de poner las barbas a remojar cuando vemos pelar (afeitar) las del vecino, para cuando nos toque el turno, y también la sustitución metafórica del verbo pelar por arder.

En cambio de todo lo dicho, no hemos hallado la frase “Cuando veas las bardas de tu vecino arde” escrita en ninguna parte, ni en diccionarios, ni en refraneros, ni en obra escrita alguna.

No tiene sentido rechazar la frase con barba y arder porque supuestamente carezca de lógica. En Castellano abundan las frases proverbiales, las llamadas frases hechas, que rompen los moldes de la lógica. ¿Qué lógica podemos hallar, por ejemplo, en frases como a pie juntillas; me cayó como pedrada en ojo de boticario; dijo a llorar; dijo a correr; a grito pelado; a buen tun-tún; a la chita callando; no hay tu tía; dar la cola; echar  o tirar la casa por la ventana; echarse la casa encima; no tener pelos en la lengua; subírsele a alguien los humos a la cabeza; loco de bola; loco de perinola; sin ton ni son; a troche y moche; mondo y lirondo; corriente y moliente.


La lengua, claro está, se basa en un esquema lógico, pero este no es tan rígido como la gente cree, y a menudo es derrotado por la dinámica de la lengua, que es la dinámica de la vida. Y como dice don Andrés Bello en el prólogo de su gramática, “En el lenguaje lo convencional y lo arbitrario abraza mucho más de lo que comúnmente se piensa”.

En fin, no hay duda de que la forma primigenia y auténtica del refrán es con barbas, y no con bardas, sin que importe para nada que el verbo pelar haya sido cambiado por arder, ni que esta forma, no obstante lo absurdo que pueda ser, es la que haya prevalecido. (Caracas).


Alexis Márquez Rodríguez es lingüista,  vicedirector de la Academia Venezolana de las 
Letras y miembro correspondiente de la RAE en Venezuela




Y tomado por ahí .... en Internet

Los refranes, han sido popularizados y modificados por la "gente" en el transcurrir de los años. He utilizado Barba al referirme al refrán, más mi abuela mujer de una cultura tan variada como su lenguaje, me afirmaba con fuerza que era "Barda", pues se refería a cerca, que según ella si se mojaba en abundancia evitaba que el fuego del vecino pasara a tu hogar. Probablemente el refrán tuvo un origen siendo modificado una y otra vez por sus usuarios. Ciertamente he escuchado más barbas que bardas y tan humilde tema ha sido tema de extensos debates.    Felicito a las barbas y a las bardas.